La presencia de fauna feral se ha convertido en uno de los principales riesgos para la biodiversidad de los manglares en Yucatán, tanto en zonas cercanas a asentamientos humanos como en regiones remotas.
Estos animales, en su mayoría perros y gatos abandonados, se agrupan en manadas y adoptan comportamientos salvajes que afectan gravemente al ecosistema. Su instinto de caza pone en peligro a diversas especies endémicas que habitan en el manglar, especialmente aves y reptiles.
Expertos advierten que, además del impacto ecológico, la fauna feral representa un riesgo para la salud pública, ya que pueden ser portadores de enfermedades zoonóticas como la rabia o la leptospirosis.
Autoridades ambientales y organizaciones civiles han hecho un llamado a la ciudadanía para evitar el abandono de animales y fomentar la esterilización como medida de control. También se estudian estrategias para proteger el ecosistema y mitigar los daños causados por estos animales no domesticados.